lunes, 30 de diciembre de 2013

"¿Quién me vende un alma y me presta esperanza?"

Se sentía caer. Notaba cómo el aire gélido de las alturas acariciaba su cara y la congelaba. Era feliz cayendo. Era feliz viendo las montañas pasar a sus lados, los árboles, las rocas... Era feliz al observar la rugosa y áspera superficie del terreno acercarse a su rostro. 

Repentinamente, se encontraba bajo el mar, a mucha profundidad de la superficie pues apenas se atisbaban los luminosos rayos solares. Tenía el equipo de submarinismo. Era libre allá abajo en aquella inmensidad líquida. Poco a poco le costaba respirar; vio que a su bombona de oxígeno le quedaba una cantidad paupérrima y se resignó a fallecer, lo cual le produjo un hondo sentimiento de calma y relajación.

De nuevo el universo cambió y ahora se encontraba en su cama, con su cara mirando al techo. Todo había sido un sueño. O mejor dicho, varios sueños. Alargó la mano para coger el botellín de agua y darle un trago. Fue al cuarto de baño y sacó un objeto que llevaba meses sin utilizar. Primero agradeció a todos sus amigos, a todas sus amigas el haber estado ahí (aunque 'ahí' fuesen quinientos kilómetros) cuando más lo necesitaba y se disculpaba por no haber cumplido su promesa de haberlos visto alguna vez. Tras mucho deliberarlo, dejó que la hoja acariciara su piel, pero esta vez verticalmente, pues no era para posponer el dolor psicológico, sino para acabarlo. Mientras notaba cómo su líquido vital fluía hacia el exterior se acomodó y se sentó en el suelo, apoyando la espalda en el váter. Todo se iba haciendo más borroso. Finalmente, cerró los ojos con un último pensamiento.

"Morir puede parecer el mejor de los sueños. Y dicen que hay que luchar por ellos"*.

-Melok.




*Esta cita está extraida de la bio de la cuenta de Twitter @GiveMeSerotonin. 

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