miércoles, 26 de febrero de 2014

Combate feroz

Y la caballera de la negra armadura volvió a cargar contra aquel monstruo antiquísimo. Usó toda su fuerza y consiguió asestar una estocada en la peluda piel del ser. Mas hubo de retroceder para esquivar su aguijonazo. Extendió sus enormes y escamosas alas y echó a volar mientras la joven guardaba su espada y preparaba su arco. Se refugió detrás del tronco de un árbol y aguardó la llegada de la bestia. Esperó, esperó y parecía que nunca la volvería a ver pero repentinamente se escuchó un gran estruendo proveniente del azulado manto celestial. El ser la estaba buscando. La caballera tomó la decisión de salir a su encuentro. Corriendo gritó para que el monstruo la sintiese. En carrera lanzó aquella flecha que llevaba ya mucho tiempo esperando ser usada. Iba dirigida al corazón de la bestia pero reaccionó a tiempo y sólo fue herida en el ala derecha. Ante esta situación, ella arrojó el arco a un lado y volvió a blandir su afilada hoja metálica al mismo tiempo que el monstruo poco a poco se acercaba con la intención de devorarla. Cuando casi podía percibir su fétido aliento, la aguerrida combatiente se lanzó a tierra, deslizándose con la espalda. De esta forma, esquivó las garras y con todo su ímpetu elevó las manos y clavó la espada en el pecho de la bestia dividiéndola en dos. La caballera de la negra armadura, Clair, había vencido a la manticora, al miedo producido por los rechazos vividos y la expectativa de no ser querido.
Con ese beso, que apenas había durado cinco segundos, él sintió cómo uno de sus monstruos había perecido. Gracias a ella, su valiente salvadora.

-Melok

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